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Lecciones de un Lamedor - Mary Jane (eBook, ePUB)




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Hersteller:New Dawning International Bookfair (V.A. Gyna)
Stand:2015-08-04 03:50:33

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Produktbeschreibung

Me levanté. No sé de qué se trata todo esto, pero vaya que sí lo averiguaré. Seguí su camino a través de la cocina y afuera hacia el patio. Ya estaba en la bañera de hidromasajes. Pisoteé hacia el spa. —Bueno, ¿vas a decirme? —Sí, después que estés a mi lado aquí adentro. Agarré la bata. —¿En esto? —Por supuesto que no. Quítatela. Mi mandíbula cayó. —¡Estaré desnudo! —Apuesto que no estabas preocupado de estar desnudo alrededor de esa esnob de Livingstone. Mi estómago saltó a mi garganta. —¿Qué sabes de ella? Y Lydia no es una esnob. Arrugó su nariz. —Sé todo de Lyd-i-a y tienes razón, no es una esnob. ¡Es una prostituta! Vaya que me gustaría un poco de compañía aquí. Entra y coloca tu brazo a mí alrededor y te diré todo lo que sé de Lyd-i-a y tú. —Pero estaré desnudo. —¿Y qué? Me trepé al asiento de la bañera de hidromasajes y sostuve mis brazos hacia afuera para que Jimmy viera. —Mira, estoy desnuda. A medida que sus ojos sobresalientes observaron mi forma desnuda, se le formó una tienda de campaña en la bata que usaba. Lánguidamente, me volteé mostrando los costados y la parte trasera de mi cuerpo con curvas. —Has querido verme desnudo por dos años y aquí estoy. ¿Ahora entrarás al spa conmigo? Sonreí mientras me liberé de mi bata y jade cuando vi su inmensa espada. ¡Dios, eso sí que es grande! Su polla me hipnotizó, saltando de arriba abajo como un trampolín mientras marchó hacia mí. Cuando estuvo de pie ante mí, su impresionante carne masculina estaba a solo centímetros de mi boca, luché contra el impulso de tomar su increíble comestible en mi boca. Pensé que quizás tomaría la decisión de mis manos y lo empujaría dentro de mi boca parcialmente abierta, pero en vez de eso posó una mano en mi hombro mientras dio el paso grande hacia el asiento. —Demonios, está caliente aquí. —Te acostumbraras —sujeté su mano—. Vamos, sentémonos. Nos sentamos y él colocó su brazo alrededor de mi hombre. Envolví mi puño en su pene. —Tienes una polla muy bonita. ¿Apuesto que a Lyd-i-a le encantó? —Vaya que sí le gustó. ¿Me dirás lo que sabes? Me reí. —Puede que hayas estado a quinientos kilómetros, pero oímos todo de ti. ¿Comiste muchos coños allá arriba? —No, solo el de Lydia. ¿Por qué? —Tengo una amiga en Stanford que es porrista y Lydia se aseguró de que todas ellas y quién sabe, quizás otras, se enteraran de que eres el mejor comedor de coños que ha vivido jamás. Él se rió. —Eso es ridículo. Ella me enseñó. —Eso escuché. Según mi amiga, Lyd-i-a dijo que eras natural. Dijo que tu lengua le inspiró a ser animadora. Hizo que todas las porristas te llamaran la lengua mágica. A todas les gustaría tener una oportunidad con tu lengua. Frunció el ceño y se rió a la misma vez. —¿En serio, todas quieren que coma sus coños?


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